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FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

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ARTOLA ARBIZA, Antonio Maria. Ezkioga. En el 80° aniversario de la Pastoral de Mons. Mateo Múgica Urrestarazu sobre Ezkioga (07/09/ 1933), Lima, Fondo Editorial Revista Oiga (978-61-2465-76-03). 2DA. EDICIÓN

miércoles, 27 de junio de 2012

La presencia de Ricardo Palma en «Aves sin nido»

Roy L. Tanner

Es bien sabido que Clorinda Matto de Turner se inicia en su carrera literaria como discípula de Ricardo Palma. Según su propia confesión, «fue leyendo a Palma que se inspiró para escribir»1. En el prólogo que escribió el tradicionista para las Tradiciones cuzqueñas la llama su «discípula» y ella, a su vez, alude a él constantemente en esa obra como su «maestro»2. Nada más lógico entonces que el que el público y la crítica dieran en señalar las Tradiciones cuzqueñas como hijo claramente nacido de las Tradiciones peruanas y en efecto la principal compenetración literaria entre los dos escritores.

Lo que se le ha escapado a la crítica hasta ahora es que la fuerte influencia palmiana ha traspasado la composición de las tradiciones para llegar a influir discerniblemente en las páginas de la primera y más conocida novela de Matto, Aves sin nido. Esto se debe, en primer lugar, a que la importancia duradera de las Tradiciones peruanas deriva de factores bien distintos a aquellos en que se basa la de Aves sin nido. Recordamos a Palma por muchas razones -un nuevo género, un estilo inimitable, un tono irónico, satírico e inmensamente humoroso, etc. En cambio, recordamos la novela de Matto por ser la primera obra en que se le presenta al indio como fenómeno social problemático merecedor de reconocimiento y ayuda de parte del gobierno y la sociedad. Y esto, combinado con el hecho de que el estilo de Aves -donde mejor se contempla la influencia de Palma- no haya logrado un nivel suficiente de maestría para atraer la atención de la crítica, explica bien el porqué nadie, a mi saber, se ha detenido hasta ahora a considerar la posibilidad de una influencia significativa.

En este breve estudio procuramos iluminar tal influencia. El estilo, a menudo relacionado con la ironía y la sátira, constituirá el área que principalmente nos ocupará.

Clorinda Matto de Turner nació en 18543, cuando Palma navegaba en alto mar como marinero, habiendo ya mojado su pluma en tinta romántica. Al ir transcurriendo la década de los setenta, ella ya escribía mientras don Ricardo echaba al mundo serie tras serie de las Tradiciones peruanas4. Cuando salió la segunda serie en 1874, la que Fernando tanto alaba en Aves, Matto tenía diecinueve años de edad y, siguiendo el ejemplo del maestro, ya componía tradiciones y artículos. Así es que desde temprano la autora se hallaba bajo el influjo de Ricardo Palma y esa influencia la iba a acompañar aun hasta la composición de una novela en muchas maneras radicalmente diferente de las tradiciones de Palma.

Cuando Matto visitó Lima en 1877, fue decepcionada por Palma y Juana Manuela Gorriti en una de las famosas veladas de ésta, lo cual indica el renombre que se iba ganando mediante sus artículos, tradiciones aisladas y labor como editora. Más tarde, en 1887, cuando la escritora cuzqueña se encontraba radicada en Lima, se celebraban en su propia casa otras veladas literarias muy importantes presididas por el tradicionista, Ricardo Palma, quien en aquel entonces tenía cumplidos sus 54 años. Para esa fecha Matto había publicado en dos tomos pequeños sus Tradiciones cuzqueñas y trabajaba en su primera novela, Aves sin nido, la cual salió en 1889. El contacto con Palma durante esa época parece haber sido íntimo y constante. La influencia de él en Matto se iba intensificando proviniendo tanto de la lectura de las Tradiciones peruanas como de su presencia física.

Pero Palma tenía competidores en la arena de la influencia e irónicamente fue su enemigo, Manuel González Prada, quien con su pensamiento y discursos sobre la situación deplorable de los indios, tocó las fibras del corazón de Matto. Dedicando la novela a González Prada, tal como había dedicado las Tradiciones cuzqueñas a Ricardo Palma, se propuso la autora ilustrar en forma palpable la crítica social de aquél5. Hasta repite casi idéntica la frase de González Prada «trinidad embrutecedora del indio»6. Teniendo en cuenta esa curiosa ironía, nos pasamos al examen del influjo de palma en la famosa novela. Por supuesto, nuestro objetivo no es poder declarar terminantemente que tal o cual punto aislado en Matto se origina absoluta y únicamente con Palma. Lo que un autor vierte en su obra será inevitablemente el producto de todas sus experiencias anteriores. Sin embargo, cuando se consideran en su totalidad los aparentemente evidentes casos de influencia, el argumento a favor de una transferencia retórica identificable de un autor a otro adquiere clara validez. A continuación y mediante los ejemplos señalados en este trabajo, veremos en el caso de Palma y Matto que sí se puede enfocar un influjo tanto general como concreto.

La preponderancia de la ironía en Palma es algo muy conocido. Donde aparece contagiando a Matto es en el tono auto-consciente. La ironía inherente en tal tono se materializa en varios patrones en Palma, dos de los cuales también figuran en Aves sin nido. Me refiero a la incertidumbre disimulada y la inconsciencia fingida. Las excerptas que siguen patentizan una semejanza significativa y, junto con todos los demás casos que vamos a puntualizar, nos ayudan a apreciar el cuadro entero de la influencia palmiana en Matto.

La in[...]certidumbre disimulada

« en una revuelta que hubo en pro no sabemos asegurar si de don Ramón Castilla o don Manuel Ignacio Vivanco».

(Matto7)

«[...] pidió al pulpero una botella, no sé si de catalán o de Cariñena».

(Palma8)

«¿Era una confusión de sentimientos o la belleza notable de Margarita lo que sojuzgó el corazón del estudiante...? No lo sabemos».

(Matto, 105)

«¿Su ilustrísima se hizo in petto algún silogismo teológico que tranquilizara su conciencia, [...]? No sabré decirlo».

(Palma, 40)

La inconsciencia fingida

«La muerte repentina del cura Pascual ha sido una verdadera desgracia para nosotros, que esperábamos explotar en mucho el curso de su vida».

(Matto, 137)

«¡Ah! Me olvidaba de decir a ustedes el nombre del capitancito que tan sutilmente protestó contra los despejos».

(Palma, 1.041)

En otra modificación de esa ironía respaldada por una presencia narrativa substancial notamos tanto en Palma como en Matto una clara tendencia al uso de declaraciones de parte del narrador sobre la dirección que va a tomar la narración en un momento dado. La manera de expresarse de Matto nos recuerda inmediatamente al narrador visible de las Tradiciones peruanas.

«Mientras las huérfanas hacen esta visita, veamos lo que pasa en la casa blanca».

(Matto, 180)

«[...] mientras el sepulturero abre la zanja, fumemos un cigarrillo, charlando sobre el gobierno y la política de aquellos tiempos».

(Palma, 665)

Como sucede en Palma con gran frecuencia, también en Aves a veces la ironía se vuelve satírica. Un buen ejemplo de eso se halla en la primera página de la novela de Matto cuando se alude al obispo Miranda y Claro como «Su Señoría Ilustrísima» (39). Por supuesto, el desenlace trágico de la obra proviene precisamente de lo deslustroso del comportamiento de él. A menudo Palma fija un contraste irónico igualmente fuerte. Tal ocurre, por ejemplo, cuando se refiere a un virrey que no contribuyó nada al reino como «excelentísimo señor» (527). Matto también parece reflejar a Palma en su creación de una reunión de varias personas, quienes se vuelven víctimas de la ironía satírica debido a lo ingenuo de sus afirmaciones y lo inconscientes que están de su propia ignorancia. Considérense unos trocitos.

«Sí, señor, nosotros estamos en nuestro pueblo [...] Cabales [...] Como nacidos en el terruño [...] Dueños del suelo [...] Peruanos legítimos».

(Matto, 57)

«"¿No lo decía yo? ¡Si es hereje!" -afirmaba un zapatero remendón. [...] "La pinta no engaña" -añadía una vieja contemporánea del arca de Noé-; "es rubio como los judíos". [...] "Y tiene pico en la nariz" -observaba un cartulario».

(Palma, 868)

Desde luego abundan en las Tradiciones peruanas los casos de sátira desprovista de ironía. Aquí también parece haber habido una transferencia. Pensemos en la sátira religiosa. Además del caso obvio de los curas Pascual Vargas y Pedro Mirando y Claro, cuya lujuria y avaricia sirven para confirmar una plétora de comentarios satíricos palméanos, tenemos en Aves una alusión satírica humorosa en el tren a la celebrada capacidad de los curas para dormir profundamente que trae a la memoria donaires asentados en las anécdotas de Palma. El mercedario se había dormido en el tren y «roncaba como un bendito, sin que las voces [...] interrumpiesen aquel dormir a pierna suelta» (193). En Palma leemos que otro cura «roncaba como diz que sólo los frailes saben hacerlo» (379).

También pensamos en palma al observar al comienzo de la segunda parte de Aves que un proceso legal seguía «con la lentitud alentadora del reo, lentitud con que en el Perú se procede dejando impune el crimen y tal vez amenazada la inocencia» (111). A lo largo de las Tradiciones peruanas las causas van «con pies de plomo» (731, 129), siendo una de las razones «el uso de papel sellado, que acá sobre la tierra hace interminable un proceso» (517). Y cuando Matto escribe que los testigos «ni al expresar su edad, estado y religión, decían verdad convincente» (111), sus palabras parecen haber fluido de la pluma del maestro por la combinación de sátira y humorismo tan típica de él.

La influencia de la sátira palmiana surge en Matto con mayor fuerza en unión con ciertos fenómenos estilísticos también muy característicos del tradicionista. Me refiero principalmente al circunloquio, al lenguaje figurado y a la lítote.

Las expresiones perifrásticas pululan en las Tradiciones peruanas contribuyendo a menudo al vigor de esa merecidamente laureada prosa. Al analizar la de Aves sin nido, encontramos de modo sorprendente un empleo sostenido del circunloquio muchas veces con gran proximidad a la fraseología de Palma. Por ejemplo, en forma satírica se señala tres veces la capa vieja de Sebastián Pancorbo. Además de llamarla «eterna» (70) e «histórica» (102), enarbola la autora una descripción perifrástica de la prenda que se asemeja decididamente a la descripción que Palma consagra a la capa de don Dimas de la Tijereta.

«[...] una ancha capa española, cuya mención consta en cláusula de catorce testamentos, lo cual podía constituir sus títulos de antigüedad, cuando no su árbol genealógico posesivo».

(Matto, 46-47)

«[...] capa española de color parecido a Dios en lo incomprensible, y que le había llegado por legítima herencia, pasando de padres a hijos durante tres generaciones».

(Palma, 513)

La referencia de Palma al color de la capa parece también haber ejercido alguna influencia en el capítulo 12 de la primera parte de Aves, donde Matto pormenoriza «un paño que dejaba sospechar haber sido azul en sus tiempos de estreno» (65).

Tropos de amplio empleo en las Tradiciones peruanas y que informan una buena cantidad de circunlocuciones son la metonimia y la sinécdoque. Reiteradamente Palma, en vez de decir simplemente «yo» o «nosotros», echa mano a la forma metonímica «pluma». Esta tendencia halla su eco en Aves.

«[...] el indio [...] es sometido a torturas que la pluma se resiste a narrar».

(Matto, 44)

«No es para nuestra antirromántica pluma pintar el dolor de Violante».

(Palma, 207)

En otra expresión eufemística los dos autores aluden al vino. De nuevo notamos una semejanza llamativa.

«[...] corría abundante el zumo de la vid».

(Matto, 75)

«[...] bebía el zumo de parra con más ardor que los campos la lluvia del cielo».

(Palma, 520)

Pasa lo mismo cuando se trata de locuciones sinónimas basadas en un aspecto de la mitología Cupido. En las tradiciones de Palma abundan «los recién flechados por Cupido» (368). En Matto es «el arquero niño» (105) quien anima el amor entre Margarita y Manuel.

Esta imagen amorosa se combina más adelante con metáforas eufemísticas de terminología militar que parecen tener su raíz en las páginas del maestro.

«[...] y como en materia de batallas libradas en los verdes campos de Cupido era condecorado no sólo con cruces, sino aun con heridas [...] su señoría dio por ganada la brecha a muy poca costa».

(Matto, 142)

«[...] varió de táctica el galán y estrechó el cerco de la fortaleza, sin andarse con curvas ni paralelas. Como el bravo Córdova en la batalla de Ayacucho, el capitancito se dijo: "¡Adelante! ¡Paso de vencedores!". Y el ataque fue tan esforzado y decisivo, que Claudia entró en capitulaciones, se declaró vencida y en total derrota».

(Palma, 368)

También el coronel Paredes, a quien Matto describe en la primera cita, sospechaba «que estaba tomada la fortaleza» (144), habiendo escogido «para formar número en la ya larga lista de su martirologio de hombre emprendedor» (142) a la joven Teodora. Tal manera perifrástica de decir también nos trae al magín otro circunloquio palmiano en que se expresa la idea de que una mujer fue infiel: «[...] ella no gastó muchos melindres para inscribir en el abultado registro de san Cornelio al que iba por esos mares rumbo a Cádiz» (396).

En cuanto a las comparaciones y las metáforas vemos una similitud entre los dos escritores que apunta la exposición de Matto a la multitud de paragones que pueblan las Tradiciones peruanas. Parecen haberla orientado hasta cierto punto, estando ella tal vez inconsciente de ello. Los tres pares de excerptas a continuación ilustran el punto.

«[...] como escolar que repite su lección de memoria».

(Matto, 112)

«[...] porque no digan que me repito como bendición de obispo».

(Palma, 266)

«[...] alegre como un villancico».

(Matto, 123)

«[...] alegre como una misa de aguinaldo».

(Palma, 473)

«[...] bebe como un músico de ejército».

(Matto, 47)

«[...] tiraban con más desparpajo que militar en campaña».

(Palma, 803)

Claro, tales semejanzas no confirman categóricamente una influencia, pero en unión con muchísimas otras, tienden a favorecer cada vez más fuertemente tal transferencia estilística. El que ambos autores también ofrezcan en una ocasión una larga lista de metáforas concerniente a la mujer refuerza el punto. (Véanse p. 146 en Aves y pp. 891-892 en Palma).

El frecuente uso palmiano de la lítote como una de muchas técnicas para mantener el buen gusto parece reflejarse en Aves en comentarios como «la gente deslenguada hace referencias no santas» (39), aludiendo al obispo Miranda y Claro. Entre muchos posibles ejemplos en Palma leemos en «Un virrey y un arzobispo» que las costumbres del clero «no eran muy evangélicas» (569). Aquí coinciden los autores también en satirizar levemente al clero en sus prácticas lujuriosas.

Hay pocos juegos de palabras en Aves. Pero cuando surge uno en la sección cinco de la primera parte satirizando al cura Vargas, inmediatamente el lector que conoce bien a Palma vuelve a recordar al tradicionista. Nos informa Matto allí que Vargas, uno de los notables del pueblo, rasgaba la guitarra «con falta de oída y ejecución tales, que le hacen notabilidad» (47).

Aunque no en la misma escala que existe en las Tradiciones peruanas, encontramos en Aves otros rasgos estilísticos -uso de frases arcaicas, aposición, digresión, argot jurídico- que nos ayudan a entender aun mejor la influencia que venimos discutiendo. (Compárense, por ejemplo, la expresión «un su amigo» [47] de Matto con «un mi amigo» [268] de Palma.)

El lector de Aves sin nido topa con frecuencia con frases que le recuerdan la pluma de don Ricardo por ser ellas o idénticas o semejantes en alto grado a las que solía utilizar el autor peruano. En general no son expresiones literarias corrientes sino más bien locuciones o vocablos característicos en especial del estilo conversacional de Palma. Me refiero, por ejemplo, a exclamaciones como «¡cataplum!» (74 en Matto, 735 en Palma), al mandato «punto en boca y... ¡adelante!» (187, Matto), al reniego «¡Pedazo de masón!» ( 98, Matto; Palma: «me llamó ¡masón!» 1.438), a términos como «hurí» (152, Matto; 165, Palma) o expresiones de Matto como las siguientes: «Huir el bulto» (153), «como por ensalmo» (153), «entre gallos y media noche» (154) o «lo has rebautizado al hombre» (177). En la última cita Fernando se refiere al apodo «Pilatos» con que Lucía había caracterizado a Estéfano Benites. Palma baraja términos como «bautizar» y «desbautizar» a lo largo de sus cuentos y tampoco rehúsa valerse de la imagen de Pilatos.

Otras oraciones, además de encarnar palabras a veces muy semejantes a las de Palma, también reflejan una estructura y una cadencia muy representativas de él. Su presencia relativamente abundante en las páginas de Aves constituye aún otra evidencia del fuerte efecto residual del estilo palmiano en la expresividad de su discípula. Por supuesto, tal aseveración no se basa en un ejemplo aislado sino en un conjunto muy llamativo de casos. No los cito todos pero los que siguen iluminan bien el concepto.

«[...] iba el cura tragando leguas y devorando distancias al paso llano de su macho».

(Matto, 134)

«[...] don Cristóbal va galopando y tragándose leguas por endiablados caminos».

(Palma, 369)

«Tendido cuan largo era su cuerpo, agitose estertoroso».

(Matto, 136)

«[...] quien vino cuan largo era a medir con su cuerpo el santo suelo».

(Palma, 190)

«[...] cambiaron una mirada que encerraba un libro de filosofía moral».

(Matto, 190)

«[...] su mirada habló como un libro».

(Palma, 368)

«[...] él tampoco cometió la candorosidad de despreciarlos».

(Matto, 240)

«[...] advirtió una algazara de Dios es Cristo».

(Matto, 123)

«[...] llovía si Dios tenía que...».

(Palma, 189)

«[...] topó con unos ojos que [...] le miraron hasta la médula del corazón».

(Matto, 142)

«[...] descubre unos ojos más incendiarios que el petróleo».

(Palma, 1.444)

Aunque a Matto se le ha censurado por el inseguro manejo de su caracterización9, es precisamente en esa área donde mejor se contempla su deuda a don Ricardo. En su novela presenta una serie de retratos literarios, reproduce diálogos y ambiente, y señala una multitud de ademanes y gestos. En todas estas peculiaridades hace un claro eco del tradicionista.

Fijémonos primero en los retratos verbales. Matto dedica uno a casi todos los personajes principales de la novela. En cada caso descuellan generalmente la edad, el rostro, al estatura y la ropa del individuo con poca referencia directa a su personalidad, carácter o capacidades. Aparecen con regularidad y forzosamente le suenan a alguien acostumbrado al diestro uso constante de tales descripciones en las Tradiciones peruanas. Por supuesto, don Ricardo varía sus retratos literarios mucho más que Matto y los inyecta con una chispa, donaire y manejo del idioma inalcanzables para ésta. Pero, la estructura básica y secuencia usual de palabras en los de Matto, combinadas con frecuentes locuciones idénticas o cuasi-idénticas sacadas de las tradiciones del maestro, no dejan lugar a dudas en cuanto a la paternidad indirecto de tales identificaciones descriptivas. Los dos pares a continuación aclaran lo que venimos diciendo.

«Teodora, entrada ya en sus veinte años, era de pequeña estatura, ojos vivos y mirar sereno. Vestía un gracioso traje de percal rosado con ramajes teñidos de color café, rodeado el cuello con un pañuelo de seda color carmesí en forma de esclavina, sujeto hacia el pecho con un prendedor de oro falso con piedra imitación topacio. Sus largos cabellos, esperadamente cuidados, estaban trenzados y sujetos al extremo con cintas de listón negro».

(Matto, 142)

«Era Veremunda una mozuela de veinte años bien llevados, color de sal y pimienta, ojos negros como el abismo y grandes como desventura de poeta romántico, boca entre turrón almendrado y confitado de cerezas; Vestía faldellín listado de angaripola de Holanda, medias color carne de doncella, zapatitos negros con lentejuelas de plata y camisolín de hilo flamenco con randas de la costa abajo, dejando adivinar por entre el descote un par de prominencias de caramelo coralino».

(Palma, 530-531)

«Vestía pantalón negro, chaleco azul cerrado hasta el cuello por botones amarillos de la patria, que también lucía, aunque más grandes, en la levita de paño café oscuro con enormes presillas de coronel; y gastaba un sombrero faldón de paño negro, con un herraje de caballo en miniatura como remache del cintillo ancho, de oro rayado. (118) Palma: Sucre vestía levita azul cerrada con una hilera de botones dorados, sin banda, faja ni medallas, pantalón azul, charreteras de oro y sombrero apuntado con orla de pluma blanca».

(Matto, 996)

Como Palma, Matto optó en muchas ocasiones por indicar la edad de un personaje aludiendo al número de meses o estaciones que había presenciado. En Aves otras expresiones conectadas con la edad también andan paralelas a las de don Ricardo de un modo sorprendentemente obvio. Parece un esfuerzo o consciente o inconsciente de parte de la autora por embellecer su estilo asimilando ciertos aspectos muy destacados de la fraseología palmiana que tanto había escudriñado antes y mientras componía sus Tradiciones cuzqueñas. El efecto es suscitar en el lector una conciencia de donde proceden tales frases, ocasionando así una comparación tal vez involuntaria que conduce a la comprensión de que la escritora no ha sabido igualar al tutor. Al lector conocedor de Palma le parecen a veces fuera de lugar estas frases por estar habituado a verlas en combinación con el tono travieso y picante del tradicionista.

«[...] su frescura ostentaba veintiocho primaveras a lo sumo».

(Matto, 41)

«Marianita Belzunce contaba [...] trece primaveras muy lozanas».

(Palma, 599-600)

«Manuel era un joven de veinte eneros».

(Matto, 76)

«[...] mozos que frisaban en los veinte eneros».

(Palma, 756)

«Margarita era una bella mujer de dieciséis o diecisiete abriles, risueños y floridos...».

(Matto, 122)

«Contaba entonces veinticuatro abriles muy floridos».

(Palma, 206)

«tal era el aspecto del primer personaje».

(Matto, 46)

«tal era en compendio la muchacha».

(Palma, 645)

Con frecuencia en Aves Clorinda Matto echa mano al diálogo como vehículo de caracterización así como de otras cosas. En general sus diálogos distan un mundo de los de Ricardo Palma, pero de cuando en cuando una exclamación o el empleo de refranes o modismos de parte del personaje nos vuelve a encaminar la mente a las Tradiciones peruanas. Un personaje en particular, don Gaspar, parece sacado en cuerpo y alma de una anécdota palmiana por su manera de hablar tan metafórica y coloquial. Compite bien con doña Pulquería y don Rodrigo de Odria de fama refranesca.

Palma emplea a menudo la exclamación «¡Canario!» (998). Figura en Aves al menos tres veces. El modismo «¡A nadar, peces!», cuyo origen se explica en la tradición del mismo nombre, es empleado por Estéfano Benites en Aves en la forma «y a nadar, patos!» (175).

La muletilla de Pancorbo -«francamente»- nos recuerda a Pacorro de las Tradiciones peruanas, quien siempre decía «¡Hinojo!» (459). Los gestos del cura Vargas al sacar tabaco y fumarlo o al arrellanarse en el asiento nos hacen pensar en el marqués de Santiago de «Un litigio original» (490). Cuando don Sebastián Pancorbo se frota las manos de frío visualizamos a los personajes de Palma restregándose las suyas de satisfacción o de gusto (59, 523).

En Aves sin nido la narradora se detiene en diversos momentos para describir una sala o parte de su contenido. Las mesas de pino y las sillas de vaqueta también tienen su contraparte en las anécdotas limeñas.

Conclusión

Clorinda Matto de Turner fue una aficionada entusiasmada de Ricardo Palma y sus Tradiciones peruanas. Demostró esa devoción escribiendo tradiciones similares sobre el Cuzco y dedicando la colección de ellas a don Ricardo, quien prologó de buena gana el tomo. Tal inmersión en la fraseología del tradicionista debió de dejar invariablemente una huella en la expresividad de la autora. Operó de tal modo el influjo que perseveró hasta hacer notar su presencia en Aves sin nido, obra de índole muy diferente a la de las Tradiciones peruanas.

Aunque ambas obras nacieron en un ambiente peruano, la abundancia en Aves de locuciones preferiblemente palmianas sostiene poderosamente la tesis de una transferencia discernible de elementos retóricos de palma a Matto. Este hecho vuelve a confirmar el poder indiscutible del discurso palmiano, que tantos imitadores tuvo. Sin quitar valor a la novela, cuyo prestigio siempre seguirá estribándose en la audacia de sus revelaciones y acusaciones sociopolíticas, nos ayuda a entender mejor el desarrollo literario de la autora cuzqueña así como el proceso creador que dio a luz Aves sin nido.

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