CARTA 26
Lima, enero 10 de 1889
Señor doctor don Juan Federico Elmore
(Washington)
Mi excelente amigo:
Ayer recibí su amable tarjeta de salutación por el año nuevo. Gracias mil por su cariñoso recuerdo.
Mucho me temo que el año 89 sea borrascoso para nuestra pobre patria. Aunque vivo muy lejos de la política y de la región palaciega, siento la atmósfera cargada de electricidad. Dios salve el país de la tormenta.
Recibí los recortes de periódicos que se dignó remitirme. Después de leerlos, y aplaudir cordialmente el bello discurso de usted los he pasado al Comercio y al Nacional. No sé si estos diarios, que son ante todo mercantiles o mercachifles, se tomarán el trabajo de reproducir algo. La prensa se malea cada día más en el Perú. Cada día pierdo más la esperanza de ver a nuestro país, en vía de salvación. Dios nos ha dejado de su mano, y esto muda, amigo Elmore.
Aunque nadie, ni congreso, ni gobierno, ni pueblo estiman mi afanosa labor bibliotecaria, yo sigo erre que erre. Creo que la única virtud que poseo es la de la perseverancia. Sin ser yankee, mi divisa ¡adelante!
Tengo el gusto de tratar con intimidad a la señora Eglantina y a las niñas Victoria y Alicia. Cada tres o cuatro meses las visito en unión de mi hija, que nos pasamos desde las 7 1/2 hasta las 11 de la noche en amenísima charla.
Me dispensan el honor de tratarme con entera llaneza lo cual luce para mí doblemente agradable la visita y que la noche se nos vaya en un suspiro.
Lo que es de su hermano don Alberto tengo motivos de queja de los que algún día hablaré a usted en téte á téte. Esto, por ahora, para entre usted y yo. Le estrecha la mano su viejo amigo que lo quiere y no lo olvida.
RICARDO PALMA
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