CARTA 10
C. Murga.
Lima, julio 11 de 1881
(Recibida) Ayacucho, agosto 2/81-5p
(Contestada) Ayacucho, agosto 25
Excmo. señor don Nicolás de Piérola.
Mi querido amigo:
Supongo que a su regreso de Arequipa habrá recibido en Ayacucho dos de mis epístolas. En la última le exhibo los motivos, personales es cierto, que me han impedido emprender viaje. Añada usted a ellos que no me han llegado, como lo esperaba, actas de elección por Loreto donde el prefecto se negó a patrocinar mi candidatura. Ya que mis servicios no se han creído útiles en la asamblea, continuaré en mi condición de guerrillero.
Las últimas noticias que de Ayacucho tenemos en Lima alcanzan hasta el 23 de junio. Creemos que no pasarán tres días más sin que llegue algún propio y por él tengamos conocimiento de la inauguración de la asamblea y de sus primeros actos.
Aquí se instaló ayer el soi-disant congreso constitucional. Para tener número de diputados recurrió el Magdalena a expedientes que así son constitucionales como yo ruso.
A pesar de todo, el congreso se instaló sin quorum de senadores, pues sólo concurrieron 33 y no los 35 que forman los dos tercios de esa cámara.
Dos días antes de la instalación se dirigió García Calderón a las cortes suprema y superior invitándolas para concurrir a Chorrillos. En la suprema se discutió privadamente el punto y la mayoría resolvió asistir. Exceptuando don Melchor Vidaurre, concurrieron Ribeyro, Muñoz, Sánchez, Morales y (lo que juzgaba imposible) don Juan Oviedo, junto con los fiscales La Rosa y Cárdenas. Paréceme que la asamblea de Ayacucho haría bien dando un sablazo a los supremos.
En la corte superior la cuestión fue reñida. Cinco vocales: Corzo, Bueno, Chacaltana (pretendientes los tres de las dos vocalías de la suprema), Galindo y Dorado votaron en favor de la asistencia. Cuatro vocales: Santisteban, Figueredo, Sanz y Pérez votaron en contra. No concurrieron a la discusión Guzmán, Mariátegui ni Alvarez. En la discusión tuvo Figueredo una frase feliz y que se ha popularizado: “Ni lo de la Magdalena es gobierno ni lo de Chorrillos congreso”. Al acto de la instalación asistieron sólo Corzo, Bueno, Alvarez y Dorado, los jueces Olivares y Quiroga y cuatro o cinco golillas más. Francamente, menos indigna que la de los supremos ha sido la conducta de los vocales del tribunal superior.
Algo preparaba aquí el pueblo para aguar la función. Sabíase que en Chorrillos formarían 150 hombres de un batallón Pichincha, 180 celadores y 50 hombres de caballería, armados con armas chilenas, fuerza de suyo desmoralizada pues en ella estaban los celadores que con Santa María vinieron de fuga desde Tarma. Cien jinetes que hubiesen amagado Chorrillos, sin necesidad de quemar pólvora, habrían bastado para dar al traste con los provisorios y dejar su congreso en embrión. Hubo de recelar Calderón que esto sucediese y para impedirlo acudió a sus aliados. Estos distribuyeron desde Miraflores a San Juan dos mil infantes, trescientos hombres de caballería y cuatro ametralladoras.
El cuerpo diplomático, con Tezanos Pinto a la cabeza, concurrió pero sin uniforme de etiqueta, es decir, que los ministros asistieron con carácter privado.
De la asistencia de los tribunales de justicia y del cuerpo diplomático creen los calderonianos sacar gran ventaja moral. Para mí todo ello no significa más que funerales pomposos hechos a la argolla.
Lo que me trae un tanto alarmado es que en la convención boliviana no se juega limpio. Mucho temo que de Bolivia nos venga algún pastel que complique la situación. Los del círculo íntimo de Calderón lo tienen así por seguro.
Las noticias de defección de las fuerzas de Recabarren en Huaraz y de pérdida de las de Carrillo y Ariza en La Oroya, sembraron aquí el pánico entre los magdalenas pecadores. Pensaron entonces dirigirse a Montero brindándole la presidencia provisoria y ofrecer a Cáceres generalato en gaje del ejército que diz que formarán. Con la instalación de su congreso han principiado a serenarse.
El reconocimiento por los Estados Unidos es una cosa sui gene ris. Los yankees nos tratan con sumo desprecio. Proceden como el rico propietario que, entre otros bienes, posee un callejón de cuartos por Malambo o el Cercado, y autoriza al portero para que arregle, por sí y ante sí, toda quisquilla con los inquilinos, sin molestarlo a él con detalles fastidiosos.
Acaba de pasar por Chile, con el carácter de ministro, el general Killpatrik; y por el vapor próximo llegará a Lima el nombrado para relevar a Christiancy. Este ha cerrado con llave de oro. Como en la cuestión Sháh fue Ruden el intermediario para con De Horsey, así su viuda doña Pepa Puch ha sido esta vez el anzuelo cerca de Christiancy. Mucho chinesco y bombo han tocado los magdalenas por el reconocimiento yankee.
En mi anterior hablé a usted largo sobre la conveniencia y necesidad de impedir que el Canal muera por consunción o falta de fondos. En tres ocasiones me ha escrito Larrañaga sobre este tema y mucho me alegraría de que hubiese usted atendido ya su petición al manifiesto de Químper. Y a propósito; pues sabe usted que los hombres nos pagamos de finezas y atenciones entiendo que no haría usted mal escribiendo a Polo cuatro líneas de cortesía, una cartita, en fin, de aquéllas de pura fórmula que nada dicen y se estiman en mucho. Se lo indico porque presumo que, en medio de sus recargadas atenciones, no habrá usted podido pensar en pequeñeces como esta.
Procure usted organizar un servicio de propios o expresos para que siquiera cada ocho días recibamos en Lima noticias de Ayacucho.
Hasta muy próxima oportunidad se despide de usted su amigo afectísimo.
R. P.
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