CARTA 30
Lima, diciembre 5 de 1895.
Excmo. señor don Nicolás de Piérola.
Mi respetado amigo:
Por las veredas de después, mañana, más tarde y veremos, solo e llega al pueblo de nunca.
Tratándose de la biblioteca (y no de mi persona) he sido y soy cochite hervite. Las cosas, en los pueblos de raza latina, o se hacen pronto o no se hacen.
Tanto he de majaderear ante usted con mis gestiones bibliotecarias, que se va usted a ver en la disyuntiva de acceder u ordenar deje al gobernante supremo en paz sin fastidiarlo con peticiones para el establecimiento.
En armonía con la promesa que tuvo usted la amabilidad de hacerme ha veinte días, he pasado al ministerio siete oficios, formulando en cada uno de ellos una pretensión. Ruego a usted que no los ordene a prolongado carpetazo, que se haga dar cuenta de ellos, y que los resuelva como estime justo o conveniente, ya que no siempre la justicia se hermana con la conveniencia o la posibilidad. En llanto a la última, desde el punto de vista de los recursos fiscales, espero que me encontrará usted moderadísimo y conciliador. No habrá que hacer sacrificios para atender mis exigencias.
Soy, respetuosamente, de usted su viejo apreciador y amigo afectísimo.
RICARDO PALMA
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