CARTA 12
(Recibida) Lima, octubre 23/81-4 p.
Lima, agosto 12 de 1881.
Excmo. señor don Nicolás de Piérola.
Mi distinguido amigo:
Vivimos aquí en el Limbo respecto de lo que sucede en Ayacucho. Las últimas noticias que de allá hemos tenido alcanzan hasta el 23 de julio. No hay ni bolas ayacuchanas.
Ignoro si han llegado a manos de usted mis diversas cartas quincenales, que de corresponsal exacto me precio. En algunas de ellas me permití hacerle indicaciones, en mi concepto, de importancia.
Suponiendo instalada ya la asamblea, esperarnos con ansia el mensaje de usted. Ese documento está llamado a dar el golpe de gracia a la farsa argollera.
Federico me escribe de Panamá avisándome que Lewis trata de dirigir a usted una carta con el propósito de obtener una respuesta que lo vindique de las graves acusaciones que sobre él pesan. Para que si tal sucediere no sea sorprendida la caballeresca generosidad de usted (como sucedió con la carta a Tenaud) debo advertirle que a Lewis, más que a Prevost, se debe el que García Calderón haya recibido los once millones billetes, de los que tres le han servido para prolongar hasta ahora la vida de su irrisorio gobierno. Añadiré a usted que Lewis ha sido el agasajador en Panamá de los ministros chilenos Astaburuaga, Soffia y Marcial Martínez, y que hoy mismo vive en estrecha intimidad con don Tomas Lama quien, después de haber comprometido al general Guardia, presidente de Costa Rica, para que reconozca como gobierno al de la Magdalena, se ha establecido en el istmo investido por García Calderón con el carácter de agente privado o espía. Por él se ha sabido que soy yo el corresponsal en Lima del Canal, lo que me acarreó una retahila de injurias editoriales en el Orden, del día 4 y amagos de persecución chilena que, gracias a la influencia de un amigo europeo, ha cesado ya.
Los atentados de la soldadesca, y aun de la oficialidad chilena, no tienen límite. Después de las siete de la noche, todo el que sale a la calle es robado y ultrajado. El día 5, a las ocho de la noche, iba el ministro inglés Spencer Saint John, por Mercaderes cuando fue agredido por un oficial borracho al que logró desarmar. Al día siguiente, muchos chilenos se empeñaron con Saint John para que no levantase polvareda por el atentado, y el ministro tuvo a bien ceder.
En punto a negociaciones de paz, así García Calderón como su ministro Gálvez siguen embaucando a los tontos. Tienen frecuentes conciliábulos con Godoy, sin conseguir hasta ahora que Chile acceda a reconocerlos como gobierno. La prueba es que no ha nombrado todavía plenipotenciarios, cargos para los que se dice que están designados Forero y Ramón Ribeyro. Los congresantes de Chorrillos, que traslucen lo que pasa entre Calderón y Godoy, resolvieron en la sesión del día 6 irse a sus casas dando antes un manifiesto a la nación. Forero, Alejandro Arenas y Augusto Rodríguez son los encargados de escribirlo. Hasta mañana 13 no volverá a reunirse el congreso para ocuparse de discutir el manifiesto. En la cámara de diputados César Canevaro, aspirante a generalato, está a la cabeza de un circulito que ha entrado en abierta pugna con el presidente de la Magdalena. Es punto decidido que el congreso chorrillano se clausurará dentro de doce días, es decir, el 24, y se clausurará dando una gran campanada. En cuanto a García Calderón no se dará por notificado hasta mediados de setiembre, esto es cuando haya redondeado el negocio Incas. Presumo que a la fecha habrá usted dictado alguna disposición para que esos 40 millones billetes que se esperan de Nueva York no tengan curso legal.
Supongo a usted minuciosamente informado del objeto que ha llevado, hace un mes, a Chile a mr. Ford, jefe de la casa Dreyfus en Lima. Quince días antes lo precedió el chileno Rivadeneyra quien dirigió, desde Santiago, un cablegrama a Ford llamándolo, y este se puso en viaje sin perder minuto. La casa Dreyfus ha hecho al gobierno de Chile propuestas sobre los negociados huano y salitre, ofreciendo adelantos. Algo sobre la indigna conducta de esa casa he leído en un periódico de Valparaíso.
Creo firmemente que Chile no tratará con García Calderón y que no pasarán muchos días sin que, sirviendo de intermediario el ministro Hurlbut, le abran a usted campo para entablar negociaciones.
De crónica político-doméstica poco tengo que noticiarle. El matrimonio de García Calderón se ha aplazado para octubre. El 8 se verificó el enlace de don Carlos Prevost con Teresita Orbegozo. Y voilá tout.
Luis Cisneros se ha marchado a Europa con su familia. En su visita de despedida me dijo que se iba convencido de que García Calderón no podía subsistir hasta octubre como gobierno, que veía venir la tempestad sobre los que, como él, contribuyeron activamente a la formación del gobierno de la Magdalena, y que para que no le tocase el chubasco prefería irse con tiempo al extranjero. Hoy el número de los arrepentidos es infinito, como el de los necios de que habla el clásico latino (numerus stultorum, etc.).
Don José de la Riva-Agüero queda moribundo y ha sido ya sacramentado. Padece de hipertrofia.
Tanto he predicado a usted en mis anteriores sobre la necesidad patriótica de destruir todos los anillos de ese boa constrictor que se llama argolla, que temo fastidiarlo machacando sobre el mismo tema. Basta de generosidad y contemplaciones, mi don Nicolás. La lucha entre la argolla y nosotros es la lucha a muerte. O ellos o nosotros. Si no los anonada y destruye en esta vez, volverán a la palestra con mayores bríos y entonces ¡ay de nosotros! No nos darán cuartel. Y lo peor es que habremos merecido nuestra suerte por... candorosos.
Esperando tener noticias de usted, en dos o tres días más, le estrecha cordialmente la mano
Su amigo afectísimo
R. P.
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