CARTA 14
(Recibida) Ayacucho, setiembre 16/81
Lima, agosto 14 de 1881
Excmo. señor don Nicolás de Piérola Ayacucho
Mi distinguido amigo:
Mil felicitaciones por su mensaje, irreprochable en la forma y vigoroso en el fondo. Ese documento es tal como yo lo deseaba, para honra de usted y de la causa que representa. Ha logrado usted en él vencer a sí propio ahogando ciertos arranques que, aunque naturales, se habían prestado a la crítica. Hay altura, a la vez que leal franqueza en el mensaje.
Yo que no soy lisonjero, y que no pocos documentos le he censurado, le declaro que de cuantos han brotado de su pluma es el mensaje que más me ha complacido. ¡Y cuenta! que suelo pecar de exigente.
El mensaje ha caído como una bomba de a 500 en medio del círculo calderoniano. Esa gente empieza a gritar ¡sálvese quien pueda! Tres diputados (Iturregue, José María González y Estanislao Flores) han desertado ayer, y marchádose a sus provincias. Otros se prepararon para tomar el tole en esta semana. La farsa de la Magdalena está amenazada de concluir por consunción en lo que resta del mes. Los civilistas más recalcitrantes confiesan ya sin embozo que su causa está definitivamente perdida.
García Calderón hará esfuerzos desesperados por conservarse, tolerado por los chilenos, hasta mediados de setiembre, en que regresará de Estados Unidos don Enrique Brent que marchó por el último vapor de julio con el encargo de apurar el grabado de billetes. El 12 partió Prevost para Panamá con la comisión de allanar cualquier tropiezo que pudiera presentarse en el istmo para el rápido trasporte de los billetes. Dar la última mano a la cuestión conversión de incas es la única aspiración de García Calderón y de su camarilla de mercachifles políticos. No creo que la asamblea ni usted se desentiendan de este asunto; pues no es arco de iglesia el dictar una ley o un decreto que cruce la operación.
Tenemos una cuadrilla de bandoleros mejor organizada que la de los Abruzzos o de Sierra Morena. Esa cuadrilla es la junta de vigilancia o de emisión. Si cuando vuelva usted a Lima no planta un par de horcas en la plaza Mayor para el director La Fuente y el secretario Cantuarias, diré que le falta a usted ñeque para moralizador. En cuanto a los cinco vocales de la cuadrilla, el que menos merece una celda en el panóptico. Llegará día en que, examinando el libro de actas, se quede usted absorto ante el impudor y torpeza de esa canalla que no ha sabido ni borrar las huellas de sus robos y falsificaciones. Todos están con la maleta lista para abandonar el país, tan luego como el aliado chileno les retire su protección. Los que tienen propiedades en Lima, temerosos de que usted les ajuste las clavijas y les confisque sus bienes, han simulado traspasos y escrituras de ventas a casas europeas. ¡Quién sabe si un decreto, ligeramente terrorífico, sería aún oportuno y los detendría para no autorizar con su firma la circulación de los nuevos y tan esperados billetes de 500 y 100 soles de la futura emisión! Ello, en este particular, sabrá usted lo que conviene hacer. Lo único que yo sé es que, procediendo con patriotismo, no puede usted dejar sin castigo que ejemplarice a tan descarados ladrones.
Veo que es usted verdaderamente feliz, pues sin provocar grave escándalo, los mismos vocales de la suprema y algunos de la superior, en Lima y Trujillo, le han dado legal y justo y patriótico motivo para que alcance usted de la asamblea la reforma del poder judicial. Traidores y architraidores a la patria son los magistrados que han reconocido a un gobernante impuesto por las bayonetas invasoras.
Ridícula y risible sería para mí una de esas leyecitas (que con frecuencia se han dictado entre nosotros) ofreciendo garantías o indulgencia y absolución plenaria a los que en plazo más o menos corto se arrepientan de su pecado mortal. Basta con el decreto que dio usted llamándolos al arrepentimiento, decreto que provocó risas y burlas de los civilistas, mientras lo creyeron a usted débil y abandonado de la mano de Dios y de los hombres. Hoy toda generosidad sería cobarde e inmoral. Acepto la generosidad con el adversario político, cuando se trata de cuestión doméstica. Un hombre, con la mayor buena fe y abundando en patriotismo, puede extraviarse y ser apóstol o soldado de mala causa y de peor doctrina. Pero no cabe extravío, ni error, ni alucinación en quienes por odio al jefe del estado, se convierten en aliados del enemigo de la patria.
Ojalá que la convicción de usted sea como la del poeta egoísta del Hamlet - To be or not to be. O destruir para siempre la argolla a que ella nos aniquile de una vez. Las contemporizaciones nos han sido funestas. Es necesario que los notables que crearon en carnaval el fantasma de la Magdalena, y los apócrifos congresantes de Chorrillos vivan por algunos años errantes, como los hijos de Israel, y lejos de esta patria cuya honra e independencia quisieron vender al invasor chileno. Afortunadamente el número de malos peruanos es reducido, y la cifra de los que se han hecho merecedores de severo castigo no es para hacer vacilar la energía de un mandatario. Con seis horcas para media docena de ladrones, seis banquillos para otros tantos traidores y doscientos destierros, quedaría el país como una balsa de aceite. ¿Sería una extravagancia mía? Pues ríase usted de ella y deje en paz a los Benavides, Sánchez, Muñoz, Fuentes, Forero, Luna, Derteano, Quiñones, Salazar, Camilo Carrillo y tantos otros. Ya saldría usted lucida con su romancesca generosidad.
Basta de charla por esta noche. Tomé la pluma sólo para felicitarlo por su mensaje, y sin sentir la he dejado correr y estampar acaso inconveniencias terroristas. A los alacranes se les arranca el aguijón para que no piquen, y alacranes muy ponzoñosos son los civilistas. De eso tiene usted amarguísima experiencia. Si esta vez, pudiendo y debiendo hacerlo, les deja el aguijón, ya aprovecharán ellos oportunidad para herirlo a usted de muerte. Que Dios fortifique cada día más el espíritu de usted. Son los deseos de su amigo afectísimo.
(Sin firma)
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